Entonces siento rabia, y paso de pararme a pensar de donde me viene. Y mando a freír espárragos todas las frases hechas. Siento rabia y punto.
Y mi hijo se ríe porque voy resoplando por el pasillo.
Y yo sigo sintiendo rabia, porque olían muy bien, y pensaba dejarlas en la nevera para que mis hijos fuesen tirando de ellas el fin de semana.
Y porque nunca había añadido calabaza a la receta, y esta vez sí. Y me parecía que, combinada con la cebolla, la berenjena, el calabacín y el pimiento, tenía que estar buenísima. Y quería probarla.
Pero calabaza, cebolla, berenjena, calabacín y pimiento estaban tan irreconocibles que han ido directos a la basura.
Y entonces salgo de casa dando tumbos porque no me acuerdo de donde narices he dejado el cinturón del vestido que llevo puesto, y ya voy tarde.
Y cuando por fin cierro la puerta de casa, me doy cuenta de que como caso práctico del mensaje que te envié ayer sobre la rabia, no está mal.
Y entonces me rio yo sola por la calle.
Y siento que me está bien empleado, y que lo que debería hacer es descansar y cuidarme un poquito más.
Por suerte no siempre, pero a veces pasa.
Que disfrutes de un fantástico día.