Nos habíamos quedado en que a lo mejor tienes un sueño por cumplir.
Grande, pequeño. Un sueño, tu sueño.
Vamos a ir a por él.
Pero antes, tienes que ser consciente de que por mucho empeño que le pongas, puede que nunca llegues a alcanzarlo en la forma en que ahora te lo imaginas.
No pasa nada.
Los buenos sueños se caracterizan porque empiezas a disfrutar de ellos desde el mismo momento en el te pones a trabajar para conseguirlos. Te gustan tanto que no les pides nada a cambio.
Si después la vida y el viento soplan a tu favor y llegas al puerto que esperabas, maravilloso. Si no, como mínimo habrás disfrutado de la travesía; y quién sabe, a lo mejor descubres otros destinos que acaban gustándote más.
Dicho esto, voy a explicarte otra de las tácticas que utilizo para hacer que las cosas pasen.
Se trata de ir poco a poco y de concentrarme solo en el siguiente paso a dar.
Nunca tengo mucho tiempo, pero sí que puedo rascar cada día algo para avanzar en mi proyecto. Puede ser muy poca cosa: hacer una pregunta a alguien, enviar un mail, ir a buscar un libro a la biblioteca, localizar una información en internet.
Aunque a priori parezca una nimiedad ponerse por tan poco, si lo haces y cada día das un paso, cuando pasa el tiempo y miras atrás, te sorprendes gratamente de todo lo que esas minicápsulas de trabajo te han permitido avanzar.
Además, el hecho de haber sido capaz de mantener ese compromiso con tu objetivo, te hace ganar confianza en ti mismo y en tu determinación.
¡Que no es poco!
Así que si tienes un sueño y has decidido ir a por él, piénsalo. ¿Por dónde empezarías? ¿Cuál es el siguiente paso a dar?
Que disfrutes de un fantástico martes.