Como a menudo me preguntan cómo lo hago para aprovechar tanto el tiempo, hoy te voy a explicar el sistema que utilizo para organizar las comidas.
He probado diferentes maneras, porque aunque intento simplificar, lo de tener decidido de antemano el menú semanal no me acaba de gustar.
Prefiero tener recursos, pero no estar condicionados porque «como es martes, hoy toca pescado».
Además me gusta variar, probar cosas nuevas.
Teniendo esto en cuenta, el método que sigo está a caballo entre el sálvese quién pueda y el vamos a intentar organizarnos un poco.
Verás.
Por un lado, tengo una libreta con listas de posibles comidas.
No son recetas, solo apunto el nombre de los platos que he hecho y han salido bien, ordenados por tipos de comida: ensaladas, caldos y cremas, pastas, arroces, carnes, pescados, aves, postres, lo que sea. Cada vez que cocino un plato y funciona, lo apunto en la lista que toca. Si lo he sacado de internet, añado el nombre del blog.
Esa libreta me ayuda a la hora de pensar qué voy a comprar cuando me falta la inspiración y no se me ocurren comidas que hacer.
Por otro lado, tengo la lista de las posibilidades que me ofrece el congelador, la nevera y la despensa.
Cuando llego a casa con el carro, traigo mil ideas de platos en la cabeza. Como mi memoria es de pez, si no me las apunto, se me olvidan a la de tres. Pasan los días, y me encuentro al pollo camuflado en un rincón del congelador, a la mozzarella caducada, o al aguacate llorando porque conoció mejores momentos.
Hacer esa lista después de haber organizado la nevera y llenado el congelador, me facilita mucho la vida a la hora de pensar qué vamos a cenar.
Y por último, tengo una lista con los básicos del súper que debería haber siempre en casa. Está organizada por armarios o por zonas, así es más fácil repasar qué falta.
Las verduras u hortalizas frescas, la carne o el pescado, los escojo a partir de lo que me inspira la libreta de recetas, o directamente, en función de lo que me apetece comer o veo en la tienda.
Y así vamos haciendo.
Es verdad que luego la práctica no es exactamente así (hay días que nuestra nevera parece la de «Qué he hecho yo para merecer esto»); pero, en general, funciona.
Permite ir variando e ir a comprar de tanto en tanto, sabiendo que (casi) siempre tienes asegurados unos básicos.
Espero que tengas un gran día. Hoy me voy a Ámsterdam, mañana te lo cuento.