Delante de una chimenea, con el fuego encendido. Y que el maravilloso Carles Capdevila ha vuelto para leernos la bonita historia que escribió recordando los que consideraba que habían sido los mejores Reyes de su vida:
«Cenábamos temprano, a las siete de la tarde, y había épocas en las que mi padre todavía bajaba al taller a hacer tareas pendientes. A veces yo le hacía compañía y curioseaba, siempre después de haber hecho los deberes.
Tenía muy claro que de mayor sería carpintero, como él, como mi abuelo, como mi bisabuelo. Estaba orgulloso de ellos, de un padre artesano que sabía hacer puertas, ventanas, mesas, sillas, muebles a medida.
Aquel diciembre el hombre estaba liado haciendo una mesa de ping-pong, un encargo que le había hecho un cliente importante. Era la primera que hacía en su vida y tenía que ser de profesional.
Entonces no había Ikeas ni Decathlons, y los clientes confiaban en él. Le ayudé alguna noche, o al menos, él me hacía sentir útil, como si le ayudase. Hizo que la pintasen muy verde, con líneas blancas, le quedó fantástica. Daba gusto verla.
Y la mesa desapareció del taller.
No recuerdo qué había pedido yo aquel año para Reyes. Todavía arrastraba el trauma de un Scalextric que me habían traído el año anterior, la pista más sencilla.
El día 6 por la mañana nos dijeron que subiésemos al desván. Lo habían estado arreglando y se ve que los Reyes habían aprovechado la novedad para dejar allí los regalos.
Mi hermano y yo subimos corriendo las escaleras.
Y allí, en una habitación nueva hecha a medida, estaba la taula de ping-pong profesional.
La habían encargado los Reyes para nosotros, para mi hermano y para mí.
Y ellos habían añadido la red, las raquetas y las pelotas.
Aquel día lo entendí todo.
Confirmé para siempre que los Reyes existen, y sobre todo entendí el por qué de su magia.
Confían los encargos a los mejores profesionales del mundo. Por eso decidieron encargarle nuestra mesa a un pedazo de carpintero de la talla de mi padre.
De eso hace cuarenta años y la mesa está fuerte como el primer día. Los Reyes supieron escoger a su carpintero.»
La traducción es mía. En catalán es mucho más bonito. Lo encontrarás aquí.
A pesar de que hayamos tenido que volver a coger las chaquetas, espero haberte hecho entrar un poquito en calor.
Que pases un fantástico día.