Epicuro, que está considerado el gran filósofo del placer, decía que para ser feliz hacían falta muy pocas cosas: un trozo de pan para no tener hambre, agua para no tener sed y algo para abrigarse y no pasar frío. 

Según él, la persona sabia es la que sabe distinguir entre los placeres que nos convienen —los que escogemos y disfrutamos sin más—, y los que nos tiranizan, porque nos enganchan sin que los podamos evitar. Recomendaba disfrutar de los primeros y desestimar los últimos, ya que nos condicionan e hipotecan la autonomía que tanto necesitamos para ser felices.

Estoy convencida de que los mejores placeres de la vida son gratis o muy económicos.

Hace poco, una amiga me comentaba que había empezado a disfrutar de los atardeceres.

Cada tarde se repiten -me decía-, y cada día son distintos, a cuál más bonito. Aunque pasan desapercibidos, son un auténtico espectáculo. Y todos están ahí, a nuestra disposición. 

Esta es la lista de mis placeres preferidos:

  • comer un trozo de buen pan —del crujiente, bien cocido— con un poco de aceite de oliva (también del bueno, por favor)
  • saborear los momentos que comparto con las personas a las que quiero
  • mirarnos a los ojos
  • acariciarnos
  • sentir el calor del sol en primavera
  • observar la perfección de una flor silvestre, de esas que nadie daría un duro por ellas
  • buscar estrellas
  • pasear por el campo una noche de luna llena
  • bañarme en un río en verano, oír el rumor del agua y sentir su frescor
  • caminar por la playa en s’hora baixa
  • ver salir el sol (si es con vencejos, mejor)
  • disfrutar del atardecer
  • andar un buen rato y, después, darme una ducha con agua bien caliente
  • escoger y leer un buen libro
  • beber una copa de buen vino
  • tumbarme a ver cómo pasan las nubes 
  • encender fuego en una chimenea, escuchar cómo crepita y mirar sus formas
  • contar historias de miedo
  • reír a carcajada limpia
  • pasear por el bosque y respirar el olor del campo cuando ha llovido
  • escuchar música
  • cantar en compañía, cuanto más alto y con más sentimiento, mejor.
  • ir al mercado, comprar cuatro ingredientes de temporada y preparar una comida sencilla pero sabrosa.
  • dormir la siesta en pijama y, si es invierno, con calcetines
  • taparme con una manta mientras veo y oigo cómo está lloviendo fuera

¿Y, tú? ¿Ya tienes hecha tu lista? Yo estoy buscando el río para este verano 😉

Que tengas un buen principio de semana.

P.D. Este mensaje es un extracto de mi libro Cómo vivir una vida plena. Uno de mis próximos placeres va a ser darte más detalles sobre él en el correo de mañana.