Hoy mi hermana hace 50 años.
Mi hermana. Y cincuenta.
Recuerdo el día en que la vimos por primera vez. Mi madre salió del hospital con ella en brazos y entró en el coche, donde le esperábamos mi padre, mi hermano y yo. «¡A ver cómo es, a ver cómo es!»
De pequeña era muy divertida.
Entre semana nuestras comidas eran interminables. Como nunca teníamos hambre, nos sentábamos a comer como quién va de camping. El único problema era que había que volver al colegio, pero cuando eres niño eso no parece tan urgente.
Mi hermana siempre era la encargada de amenizar el mediodía. Se sentaba delante de mí. Mi hermano y yo le decíamos: «Tali, pon caras raras». Y ella ponía la cara que sabía que nos gustaba más para que nos riésemos. «Tali, saca el mapa». Y mi hermana nos sacaba la lengua, que entonces la tenía llena de manchas. Mientras tanto, mi madre, como si estuviese en una peli de Almodóvar, iba preguntándole a Dios qué había hecho ella para merecer eso.
Cuando mi hermana nos presentó a su novio, mi padre le dijo: «Cuídala bien, que es un capricho».
Debe de ser bonito que tu padre te defina así, como un capricho.
Aparte de disfrutar de la vida y de su familia, lo que más le gusta a mi hermana es cocinar, comer caracoles y estudiar matemáticas. Creo que por este orden.
Lo del estudio hasta ahora lo ha tenido fácil. Con la excusa de ayudar a sus hijos, casi se ha sacado otra carrera. Lo que pasa es que a sus hijos ya no les quedan muchas mates por estudiar, al menos de momento. Pero como mi hermana se ha convertido en una persona con muchos recursos, cuando le preguntamos cómo lo iba a hacer a partir de ahora, sonrió, recuperó su cara de pilla y dijo: «No sé, algo haré.»
Y yo pensé: «Ole, tú». Esa es mi hermana, esa es la actitud 😉
Que tengas el mejor de los días.