El viernes pasado estuvimos cenando en un restaurante de Madrid que nos gustó mucho.

Era más bien pequeño, no debía de tener más de siete u ocho mesas.

Moderno pero acogedor, decorado con un montón de velas.

El equipo que lo atendía era sorprendentemente amable. Todos. Y muy joven.

Pero lo que más nos llamó la atención fue el sommelier.

Después de preguntarnos qué tipo de vinos nos gustaban, nos propuso que, en lugar de maridar cada plato con un vino distinto, hiciésemos un recorrido, un viaje por los vinos que acompañase el menú que habíamos escogido.

A diferencia de la mayoría de sommeliers, él escuchaba con atención; explicaba sus propuestas con palabras que se entendían y hablaba más de la vida que de los vinos.

En cuanto salí del restaurante, me apunté alguna de las frases que dijo:

«El mundo ya es bastante difícil. Nada de discursos complicados, de recitar sin que el otro escuche. Hagamos un diálogo, un viaje. Dejaos sorprender, para así saborear. Eso no es evidente, requiere de una determinada actitud, de la curiosidad.»

«Intentamos que os sintáis bien porque a nosotros también nos toca muchas veces estar en ese lado, nos gusta ir a comer a otros restaurantes. Queremos empatizar. Eso es lo que creo que hace más falta, ponernos en el lugar del otro.»

«Abrimos solo de lunes a viernes porque el equipo tiene que descansar. Estar con su familia, con su gente. Si no estás bien de aquí -y señalaba su corazón-, no puedes atender bien al otro.»

«Con el equipo nos gusta hablar mucho. Hablar y reír. Reír es importante. El orden y la disciplina, también. Saber por qué estamos aquí, tener un marco desde el que actuar.»

Tenía veinticinco años.

Su hermano, que es el chef y también su socio en esta aventura, treinta y uno.

Se despidió de nosotros con un: ¡Viva la vida!

Increíble, ¿no?

Pues nada, vamos a seguir sus consejos y a disfrutar del día.

P.D. Si quieres conocer al sommelier dicharachero y probar los platos que prepara su hermano el cocinero, los encontrarás aquí. A ver, no es un restaurante para ir cada día. Es para cuando puedas y quieras darte un homenaje.