El otro día mientras iba al trabajo vi una escena en la calle que me llamó la atención.

En una esquina había un par de barrenderos vestidos con su uniforme verde fosforito. Habían hecho un alto en el camino y estaban hablando junto a un contenedor, apoyados en su escoba.

El barrendero estaba indignado por algo que le había pasado. Se estaba desahogando con la barrendera. Hablando, me refiero.

Mientras pasaba yo por delante, ella le soltó: ¡Pero no le aguantes el rollo, hombre! ¡Córtale! ¡Córtaselo!

Como me perdí el principio de la conversación, me quedé sin saber qué le había pasado al pobre barrendero. Una lástima. 

El enfado o la rabia es una de las seis emociones básicas que podemos experimentar. 

Las emociones no son buenas ni malas, aunque es evidente que algunas son más agradables de sentir que otras.

Pero todas tienen su utilidad.

Funcionan como pilotos automáticos que nos informan de que algo está pasando, y nos ayudan a adaptarnos a esa situación.

Por ejemplo, la rabia te indica que algo o alguien se está pasando contigo. Será así o no, pero tú lo sientes de esa manera.

Te hace reaccionar, poner un límite a esa situación que te incomoda.

Con las emociones pasa como con nuestro cuerpo, tenemos dos opciones:

  • Escucharlas y estar atentos a los mensajes que nos envían.  
  • O ir con las orejeras puestas, anestesiados y a nuestra bola, sin darnos cuenta de nada. 


La próxima vez que sientas rabia o enfado, prueba a ser consciente de ello y a pensar qué te ha hecho sentir así.

Y si necesitas desahogarte y no encuentras a tu barrendera particular, ya sabes que siempre puedes contar conmigo.

Me encontrarás aquí.

¡Que tengas un fantástico día!