Tolstói diría que todos los días felices se parecen, pero que cada día infeliz lo es a su manera.

Puede que en estos momentos te toque atravesar un desierto o sortear uno de esos baches en los que lo ves todo muy, muy negro, sientes que no puedes más, y serías capaz de dar tu reino por un rayito de sol.

Si te encuentras en una situación así, prueba a poner en práctica alguna de las tácticas que aprendí de Laura Baget, psicóloga y enfermera.

A lo mejor te sirven:

  • Ante todo, escucha a tu cuerpo y a tu alma. Tienen derecho a reclamar su espacio. Date permiso para descansar y -si ese es el caso- sentirte mal. No pasa nada.
  • Ves día a día: El día acaba cuando nos vamos a dormir. Cada día te ofrece una nueva oportunidad.
  • Confía en tu capacidad de adaptación: ¿Te has sentido ya alguna vez así? ¿Te acuerdas de cómo conseguiste salir adelante, de qué fue lo que te ayudó?
  • Piensa en qué podrías hacer mañana para encontrarte un poquito mejor.
  • No te angusties con fantasías ni anticipes el futuro. Lo que tenga que llegar, llegará.
  • Márcate nuevos objetivos, aunque sean muy pequeñitos.
  • Fíjate una rutina, algo a lo que te puedas anclar.
  • Guárdate un espacio cada día para volver a conectar contigo y saber cómo estás.

Añado yo algo de mi cosecha:

  • Descansa
  • En cuanto puedas, comparte. Te vamos a entender, todos nos sentimos solos y cansados más de una vez.
  • Valora las «cosas buenas» que también tienes. A pesar de pasar por un momento complicado, es muy probable que encuentres en tu vida algo positivo. No lo des por supuesto, porque podrías no tenerlo. Mejor agradecerlo y valorarlo en su justa medida.

Y si nada de esto te sirve, piensa, como dice Milena Busquets, que sea lo que sea que te preocupe, solo hay una cosa segura: PASARÁ.

Que tengas el mejor día.