Ya que ayer te hablé de la muerte, hoy hablaremos de la vida.

¿Sabes que la mayoría de las personas cuando llegan al final de su vida, no se arrepienten tanto de las cosas que han hecho como de las que se les han quedado por hacer?

¿Qué sueños tenías cuando eras pequeño?

O mejor aún, ¿Qué aventuras te gustaría poder explicarles a tus nietos?

Yo de niña quería ser periodista.

Cada mañana, cuando llegábamos a clase, me ponía delante de mis compañeras y les hacía un resumen de las noticias del día.

No hace mucho, rebuscando por casa de mi madre encontré la bata que mis compañeras me firmaron el último día del cole.

Era blanca con unas líneas azules dibujando cuadraditos. Como la del resto de mis compañeras, aquel día mi bata acabó llena de chistes, de frases que volverías a escribir a los catorce años («no llores por el sol perdido porque las lágrimas te impedirán ver las estrellas»), y de buenos deseos.

Al releer las dedicatorias de mis amigas, me teletransporté en el tiempo.

Había una que decía: «Que consigas ser periodista, pero de cosas buenas.» 

La verdad es que al final no estudié periodismo. No lo hice por una frase: «Tú no tienes la suficiente mala xxxxx para ser periodista.» Me lo creí. Si no tenía la suficiente mala xxxxx para ser periodista, estudiaría otra cosa. Y me metí en Historia.

Estuvo bien, he disfrutado mucho con mi trabajo.

Pero ahora tengo una segunda oportunidad.

Voy a ser periodista.

Periodista de «cosas buenas», que de «cosas malas» ya hay muchos. Necesitamos compensar.

Y ya me ves, aquí estoy en busca de mi sueño. 

Y tú, ¿Has mirado bien tu bata? ¿Hay algo que se te esté quedando en el tintero?

Walt Disney decía: “Pregúntate si lo que estás haciendo te llevará donde quieres estar mañana.”

Pues eso.

Que disfrutes del martes.