Una de las cosas que más me gustaba hacer en verano de pequeña era ir a pasar unos días a Zaragoza, a casa de mis abuelos. 

Mi abuelo paterno era conductor de tranvía; bueno, no sé si conductor o cobrador, pero llevaba un uniforme con gorra, y eso lo convertía en alguien muy importante.

Mi abuela era como recién salida de un cuento. Estaba gordita, era golosa y cocinaba muy bien.

Su casa era pequeña, pero muy alegre. Tenía un comedor en medio, al que daban tres habitaciones y un balcón, en el que mi abuelo se sentaba a tocar el laúd y a contarnos la historia del mono titiritero, que era famoso en el mundo entero.

En una de las paredes del comedor había colgado un almanaque, un calendario de taco que tenía una hoja por cada día del año. 

Aunque estaba engomado por la parte de arriba, tenías que arrancar las hojas con mucho cuidado, porque estaban hechas de un papel muy fino que se rompía con facilidad. Por delante estaba la fecha escrita en negro junto con una frase de alguien célebre que invitaba a reflexionar. Debajo, los nombres de los santos del día.

Pero lo mejor estaba en la parte de atrás, que no podías ver hasta que arrancabas la hoja por la mañana.

Nunca sabías qué te ibas a encontrar. Unos días una adivinanza, otros una receta, un juego, una historia: «Sabía usted que…».

Todos tenemos nuestros superpoderes. Son habilidades o características que no valoramos porque estamos acostumbrados a ellas. Nos parece que es normal tenerlas, y por eso no les damos más importancia. No te equivoques, a poco que te fijes, verás que no todo el mundo las tiene. A cada uno le tocan unos superpoderes distintos.

Uno de ellos es el de la curiosidad. Es verdad que si eres una persona curiosa, tendrás que ir con cuidado para no dispersarte, te interesarán tantos temas que puedes acabar dando vueltas como un tiovivo.

Pero si le pillas el punto y consigues centrarte, la curiosidad puede serte de gran ayuda. Se puede convertir en la palanca que te empuje a abrir muchas puertas, en el impulso que te haga levantarte con energía cada mañana, preguntándote qué será, será, lo que la vida te esconda detrás. Así que, si la tienes, no lo dudes, aprovéchala.

Que tengas un fantástico día.