Viendo que todos buscamos la felicidad, Aristóteles se propuso averiguar cuál era el mejor camino para alcanzarla.

Para saberlo, lo primero que hizo fue preguntar a sus conciudadanos.

Encontró diversidad de opiniones:

  1. Por un lado, estaban los que creían que la felicidad llegaba gracias al poder y la riqueza.
  2. Había los que la relacionaban con el placer
  3. Había quien, por el contrario, consideraba que la felicidad se alcanzaba practicando una vida virtuosa.
  4. Y, finalmente, estaban los que pensaban que se conseguía por medio de la vida contemplativa.

¿Cuál hubiera sido tu respuesta? ¿Se te ocurre algún otro camino?

Estas fueron sus conclusiones:

  • Aunque consideró que el camino más seguro para ser feliz era dedicarse a la vida contemplativa, pensó que esa opción solo era alcanzable para muy pocos, los grandes sabios. Y esos no necesitaban sus consejos.

Aristóteles lo que buscaba era un camino transitable para la mayoría de nosotros, para la gente normal y corriente.

Siguió dándole vueltas.

  • Descartó también el poder y la riqueza, porque decía que para conseguirlos, necesitas que se den muchas circunstancias que no siempre dependen de ti. Además, tarde o temprano, ese poder se acaba. Le pareció un camino poco consistente.
  • El placer tampoco le pareció una buena opción, un poco por lo mismo. Normalmente, está vinculado a algo o a alguien, y si tenemos que depender de algo o de alguien para ser felices, mal vamos.

Al final, el filósofo concluyó que, para ser felices en el sentido griego del término (para tener un buen espíritu), lo mejor que podemos hacer es intentar llevar una vida virtuosa.

TRANQUILO, no te asustes. No se trata de buscar la santidad, es algo mucho más sencillo y posibilista.

Cuando Aristóteles hablaba de tener una vida virtuosa, se refería a «ejercitarse en el oficio de ser persona», a esforzarnos por conseguir la mejor versión de nosotros mismos.

Poco a poco, tranquilamente.

Intentándolo, ni siquiera hace falta conseguirlo.  

Un filósofo contemporáneo, Eugenio Trías, hablaba de «llegar a ser lo que eres». Es lo mismo.

¿Te convence?

Que tengas un fantástico martes,

P.D. Aristóteles añadía que «ejercitarse en el oficio de ser persona» era un esfuerzo gozoso. Esfuerzo, porque sin duda requiere un trabajo por nuestra parte; es más cómodo dejarse llevar. Pero también gozoso, porque desde el mismo momento en el que empiezas a practicarlo, ya comienzas a saborear la tan perseguida felicidad. Vaya crack.