El tiempo de espera antes de coger un vuelo puede dar mucho de sí. A no ser que llegues tarde, claro.

Este verano, mientras estábamos en el aeropuerto de Copenhague esperando para salir hacia Bergen, me compré un bolso siguiendo la típica estrategia de «yo creo que lo voy a utilizar mucho».

El caso es que, mientras se activaba el datáfono, estuve hablando un ratito con la dependienta de la tienda. Me preguntó de dónde era y al decirle que de Barcelona, se le cambió la cara y empezó a hablarme maravillas de nuestra ciudad: que si sus playas, que si su ambiente…

Yo debí mirarla un poco escéptica. No podía evitar recordar la suciedad, el ruido y la inseguridad que también forman parte de nuestro paisaje cotidiano. Suciedad, ruido e inseguridad que en Copenhague parecían no existir.

Cuando intenté explicárselo en mi inglés macarrónico, me respondió: «Bueno, ya sabes, todos queremos lo que no tenemos». Pensé que tenía más razón que un santo. 

Si tú también eres de los que prefieres valorar lo que tienes a lamentarte por lo que te falta, te invito a echarle un vistazo a mi libro Cómo vivir una vida plena. Creo que te puede gustar.

Que tengas un fantástico día.