En la parte de detrás de casa tenemos un patio. Tiene una mesa en la que, cuando no hay hojas por el suelo y está recogido, apetece mucho sentarse a leer o a tomar algo.
Intento barrer las hojas del patio el sábado por la mañana, para así tenerlo limpio lo antes posible y poder disfrutarlo durante el fin de semana.
Lo barro, lo friego o le pego un manguerazo, y aprovecho para regar las plantas y remojar el árbol.
Entonces me imagino lo bien que voy a estar sentada en esa mesa limpia, con el suelo limpio y las plantas recién regadas.
Pero en lugar de sentarme, mientras se seca un poco, sigo limpiando la casa.
Me lio a hacer mil cosas, preparo comidas, pongo lavadoras, subo a tender. Salgo, entro, y empiezo otra vez.
Y mientras tanto, la mesa se queda sola en el patio, esperando.
A menudo pasa el fin de semana y no he encontrado un ratito para sentarme en ella. Con lo que me gusta hacerlo.
Llega el lunes y me voy a trabajar.
Durante la semana, cada día, cuando vuelvo a casa, la miro y suspiro. Ahí sigue esperando.
Y así van pasando los días y el patio se va llenando de hojas de nuevo. Y pienso, necesito barrer.
Por suerte, hoy es viernes y lo puedo volver a intentar. Este fin de semana no le voy a fallar.
Aunque sigan habiendo mil cosas que hacer, esta vez, sí: me voy a reservar mi tiempo.
Que tengas un fantástico fin de semana.