A veces tenemos la cabeza como una centrifugadora. Le estamos dando vueltas a una decisión y no sabemos qué camino tomar, si el del derecho o el del revés.

Nos asaltan las dudas.

Y si…

Y si…

Mira, por mucho que te esfuerces, no vas a conseguir adivinar el futuro.

Por tanto, informate, valora, habla con otras personas, dale unas cuantas vueltas. Y ya está.

Luego, descansa. Intenta olvidarte del tema unos días y deja a tu subconsciente trabajar con todos esos inputs que le has ofrecido. Ni te preocupes, él se encargará. Mientras tanto, entretente con otras cosas.

Pasados cuatro o cinco días, desconecta el móvil y vete a caminar tú solo. Si puede ser por un entorno verde, mejor.

Y entonces, escucha a tu corazón y haz lo que sientas, aquello que te haga más ilusión.

Puede que, además de ilusión y de una especie de vértigo positivo, también sientas miedo: al fracaso, a la opinión de los demás, a no saber si yo…

No pasa nada, está ahí, es normal. Nos pasa a todos. Necesita su rinconcito. Te está avisando de que algo puede ir mal.

Ok, oído cocina. Esa posibilidad existe. ¿Y qué? También puede ir bien, ¿no?

Pues, entonces, ¡adelante! ¡vamos a intentarlo!

¿Sabes que cuando llegan al final de la vida, las personas se arrepienten más de cosas que han dejado de hacer que de las que han hecho?