Últimamente estoy coincidiendo con gente que hacía tiempo que no veía, y me estoy encontrando con dos realidades muy distintas.

Por un lado están los que han ido evolucionando, siguiendo su camino. 

En algunos casos no ha sido una ruta lineal. A veces, su vida ha sido muy diferente de la que parecía que iban a llevar.

Pero han seguido su rumbo, y cuando los miras y les escuchas hablar, piensas que no han cambiado tanto. Recuerdas como eran y ves que siguien siendo los mismos pero en versión mejorada, más dulce, más concentrada.

Por otro lado, hay personas que cuando las conocí eran jóvenes, fuertes, con brillo, y a las que ahora encuentro desencantadas, resentidas, tristes. 

Como si en algún momento del juego de la vida hubiesen caído en la casilla del pozo y no hubiesen podido salir de él.  

¿Qué es lo que diferencia a las personas de los dos grupos? ¿Por qué deben sentirse así? 

No puedo saberlo, pero creo que el punto crítico se resume en una palabra: 

Esperanza.

El primer grupo parece sentirse dueño de su vida. Hacen y deshacen sabiendo que no pueden elegir su suerte y que en algún momento la partida se acabará. Pero mientras dure, eligen jugar, esperando contribuir a que las cosas puedan mejorar.

El segundo grupo lo que hace sobretodo es aguantar, como si estuviesen a expensas de las circunstancias o de los demás. Y ante eso, sintiesen que la mejor opción es protegerse y aguantar. 

Por suerte, algunas -bastantes- de las personas del segundo grupo, cuando sigues hablando con ellas, en medio del discurso habitual, te explican algo que han empezado a hacer, que no saben si saldrá, pero que les hacía ilusión y que al final se han lanzado a hacerlo, dejándose llevar.

O se les iluminan los ojos dándote detalles de uno de los proyectos que llevan entre manos. Te dicen que ese es el que más les llena y que solo por él, les compensa todo lo demás. 

Por un momento, se les cambia la cara.

Sonríen, y vuelves a ver a las personas que conociste. 

Entonces, piensas que la solución está ahí, que casi lo tienen; que para salir del pozo solo tienen que estirar del hilo, agarrarse fuerte, mirar adelante y echar a volar. 

Como las conozco y son muy valientes, sé que lo harán. O al menos, eso es lo que quiero pensar.

¡Va por ellas! 

Que tengas un fantástico día.