Si te gusta leer, cocinar o comer bien (cualquiera de las tres cosas), no te puedes perder este libro.

Maria Nicolau es una cocinera joven e irreverente que cree que «la cocina es el arma más poderosa, útil y revolucionaria que tenemos todos y cada uno de nosotros a nuestro alcance para hacer realidad aquí y ahora el mundo que queremos.» 

Dice que cocinar nos hace libres:

«Yo digo que acumular recetas como si fueran ejercicios de caligrafía y ejecutarlas no es cocinar, sino obedecer. Que no hay que saber cocinar para seguir instrucciones de forma eficiente, y que no hemos venido a esta vida a ser esclavos ni clientes, sino a ser libres. Que saber cocinar es otra cosa. Y que esa «otra cosa» es la única que me interesa».

María tiene mucho sentido común, es muy divertida, y además escribe muy bien.

Junto con sus explicaciones sobre cómo hacer un buen pan con tomate, una zarzuela o un escabeche, nos regala escenas como esta:

«Cuando en el restaurante nos falta un cocinero, no hago entrevistas de trabajo.

Hago pasar a los candidatos a la cocina, les doy un delantal, un plato hondo, un tenedor, una sartén, una espátula, tres huevos, una aceitera y un salero. Los pongo de cara al fogón y les digo «dibújame un cordero», digo, «hazme una tortilla».

Solo eso.

Las cuatro cosas necesarias para tener una buena base como cocinero son pequeñas y caben en una tortilla: saber esperar (en este caso, a que el aceite de la sartén esté caliente; en otros casos, toda una vida), no temer al fuego (ni a la intensidad), agarrar la sartén por el mango (o el toro por los cuernos), conseguir todas las texturas que hay en una tortilla perfecta (sin trampa ni cartón, solo a base de juego de muñeca, fuego y tiempo) y dar con el punto justo de sal.»

 Y homenajes a nuestras madres, tías y abuelas:

«Es algo que conecta a Núria profundamente con las cocineras de generaciones anteriores a la nuestra, cocineras de casa que hacían fricandós excelsos, cocineras a las que les salía bueno no porque les pusieran más o menos amor, sino porque, les gustara o no cocinar, hacían lo que había que hacer cuando había que hacerlo y como había que hacerlo, sin darse nunca permiso para abandonarse a la pereza o la desidia. Aunque nadie las viera. Sabiendo que nadie las mirará.»

Mientras vas leyendo el libro, te sonríes, te emocionas…. y te va entrando el hambre.

Y cuando lo cierras, te invaden una ganas irrefrenables de ponerte el delantal y empezar a cocinar.

¡Que disfrutes del fin de semana!

PD. Si te gustan las redes sociales, a Maria la encontrarás en instagram como malbercocs.