Mi padre, que era una persona muy sabia, decía que todas las estaciones del año eran bonitas, cada una tenía lo suyo.

Aunque haya días en los que se hace un poco cuesta arriba que se haga de noche tan pronto, el otoño también trae algunas ventajas.

Para empezar, los paisajes. ¿Qué hay más elegante que la combinación de colores de un bosque en otoño? ¿Y más agradable que el frescor que transmite, ese olor a humedad o el crujir de las hojas secas?

Y los cielos. ¿Te has fijado en la luz de los últimos atardeceres?

Luego, están las comidas.

Empieza a apetecer preparar un buen caldo, de esos que después te comes la carne y las verduras con las que lo has cocinado, una crema de calabaza acompañada de setas, el membrillo con queso, la tarta de manzana, las castañas asadas…

Para mí, el otoño va asociado también con estrenar una libreta nueva, con la ilusión de aprender o de apuntarse a algo, aunque sea a ir al gimnasio.

Un compañero me hablaba del gustazo de volver a abrigarte y sentir el frío en la cara. Ponerte calcetines para dormir, y sacar la manta y el edredón, que ya comienza a refrescar.

Los días más cortos también hacen que vuelvas antes a casa.

Y ese tiempo extra en casa te invita a recuperar otros placeres: jugar a un juego de mesa, sonreír mirando unas fotos olvidadas, aprender a dibujar, escribir o tejerte una bufanda.

Fernando Savater decía que el otoño era una época ideal para sentarte en tu sillón preferido o acurrucarte en la cama, taparte con una manta y empezar a leer. Sobre todo, historias de miedo o de aventuras.

Puede que fuera haga viento o que, con un poco de suerte, llueva.

Mientras tanto, tú estás ahí, a salvo en tu nido, imaginando como surcas otros mares, vives otras vidas o conoces otros mundos.

Si te apetece leer y no tienes ningún libro en mente, escríbeme un mail, te puedo recomendar alguno.

Leer es uno de mis placeres favoritos. Creo firmemente en el poder de los libros como compañeros de vida. En la capacidad que tienen de divertirte, inspirarte, emocionarte e instruirte.

Si en estos momentos no tienes ninguno en tu mesilla de noche, lo echas de menos, y te apetece, ponme un mensaje.

Nos conocemos un poco, veo qué te puede encajar y te recomiendo uno que crea que te va a gustar.

Que tengas un feliz día.