Cuando tienes una vida normal y corriente no tienes mucho tiempo para nada.

Anoche hice una cena muy simple que me salvo la vida.

Me gustan mucho las verduras y las hortalizas. De vez en cuando, me entretengo en cortarlas a rodajas finitas y hacerlas a la plancha. Están muy buenas; pero en casa somos cinco, y hacerlas así es un poco entretenido.

Lo que hice ayer fue mucho más rápido y sencillo, y estaba buenísimo.

Rescaté todo lo que tenía por la nevera que me pareció que podía encajar: un calabacín enorme que se había quedado a la espera de ser utilizado para una quiche, una berenjena que se estaba consumiendo, un pimiento verde que conoció mejores momentos, y un par de cebollas tiernas que había comprado de más.

Lo corté todo en trocitos cuadrados, ni muy grandes ni muy pequeños.

Mientras tanto, el horno se iba calentando.

Puse en una bandeja las verduras cortaditas y las aliñé con sal, pimienta y una chorradilla de aceite.

Y, tal cual, al horno.  Necesitaron su tiempo, pero yo no tenía más que estar atenta para darle alguna vuelta de vez en cuando.

Como aproveché para ir limpiando la nevera y me encontré algunos restos de bacon, también los añadí.

Et voilà!

Las combiné con pescado a la plancha y estaba riquísimo.

Puedes hacerlo con otro tipo de verduras, lo que encuentres: calabaza, pimiento rojo, champiñones (estos hay que echarlos un poquito más tarde).

Si tienes la suerte de que te sobre algo, prueba a combinarlo con pasta o a hacer una tortilla.

Me encanta cocinar y comer bien, pero a veces me complico la vida más de la cuenta, y se me olvida que las cosas más simples suelen ser deliciosas.

En mi formación ponemos en valor los mejores placeres de la vida, que acostumbran a ser económicos y muy sencillos, como las verduras al horno.

Si tienes tendencia a complicarte la vida y te apetece volver a disfrutar de las cosas más pequeñitas -e importantes- de la vida, mi curso es para ti. 

Que tengas un fantástico día.