Uno de los típicos entretenimientos de la vuelta de vacaciones es pensar dónde vas a hacer el próximo viaje.

Luego resulta que lo que habías imaginado es más caro de lo que esperabas, que te apetece más ir a otro sitio, o que directamente la vida se te complica y tienes que quedarte en casa. Pero, de momento, tú ya te lo has pasado bien imaginándote adónde podrías ir.

Por si te sirve de inspiración, te explicaré el viaje que hemos hecho este año, porque visto en perspectiva creo que ha estado muy bien.

De entrada, pensábamos ir a Copenhague. Buscando información por internet para complementar la visita, vi una ruta que habían hecho unos chicos en coche que me pareció alucinante.

Partiendo de esa ciudad, habían cogido un ferry hasta la costa sur de Noruega. Luego habían subido hasta Bergen y, después de una pequeña ruta por los fiordos, habían continuado hasta Oslo, Estocolmo, y finalmente, cruzando el puente de Malmö, habían vuelto a Copenhague.

Como al final eran demasiados días y demasiado dinero para nosotros, lo simplificamos y acabo quedando así:

  • Tres días en Copenhague. Nos gustó muchísimo. No solo la ciudad, también el ambiente. Todo muy juvenil, «cuqui» y amigable.
  • Un día recorriendo los alrededores de Copenhague en un coche alquilado. Imprescindible el Museo de Arte Moderno de Lousiana.
  • Vuelo Copenhague-Bergen.
  • Desde Bergen, nuevo alquiler de coche para bajar hasta Stavanger y hacer la típica excursión al Púlpito. Vale mucho la pena y es factible.
  • Para volver a Bergen, en lugar de ir «por la costa», fuimos por el interior, siguiendo una carretera estrecha y preciosa que bordea un fiordo en el que pasamos un par de noches en una cabaña de cuento cerca de Odda. Es una zona ideal para hacer pequeñas excursiones y trekkings más largos.
  • Una vez devuelto el coche en Bergen, disfrutamos de uno de los trayectos en tren más bonitos de Europa. Te lleva desde esa ciudad hasta Oslo, pasando por unos paisajes de ensueño que hacen que te pases medio viaje embobado mirando por la ventanilla.
  • Dicen que Oslo no es tan bonita como Copenhague o Estocolmo, pero en los últimos años han remodelado todo su frente marítimo de tal forma que, si no fuese porque sabes que el sol de verano es un espejismo, piensas que te podrías quedar a vivir allí. Al lado de una biblioteca de cuatro plantas tan envidiable que forma parte de la ruta turística, han construido la Ópera con una arquitectura muy especial (puedes literalmente subir por su tejado), el museo dedicado a Munch, y muy cerca también, te encuentras con un museo nacional de arte recién estrenado que tiene una museografía buenísima. Todo rodeado de espacios verdes, muelles y playas artificiales en las que tumbarte a tomar el sol o bañarte. Sí, ¡había gente bañándose!

Una combinación de naturaleza y cultura más que recomendable.

Los vuelos no son caros, en el precio de los alojamientos tampoco notas grandes diferencias. Lo más caro son los restaurantes, súpers y gastos de bolsillo. Pero siempre puedes hacer de más y de menos.

En cualquier caso, como es posible que te pase como a mí y que todavía falte bastante para tu próximo gran viaje, si te parece, de momento nos conformarnos con disfrutar del día que tenemos por delante, que no es poco 😉

Venga, vamos a por él.